En estas novelas cortas, escritas en la última década del siglo XIX, en los años cercanos a su muerte, Antón Chéjov explora, a través de una mirada que combina compasión e ironía, aspectos oscuros y destructivos de la existencia del ser humano, esta vez alejado de todo cariz cómico. Un rasgo de su obra que lo convierte en un escritor perdurable y vivo, y que se encuentra presente aquí más que nunca, es la actitud que adopta hacia sus personajes. Por medio de una prosa sencilla, alejada de todo tipo de rebuscamiento, los somete a una sutil disección psicológica: desnuda sus mentiras y falsedades y los presenta en su esencia, exponiendo su deshonestidad, sus convenciones y lo fatuo de sus ilusiones. En sus historias donde transpira lo cotidiano, el autor ruso retrata principalmente miembros de la clase educada y acomodada hundidos en la pasividad y el desaliento. Se trata de ciudadanos comunes, víctimas de la trivialidad y del aburrimiento; que difícilmente saben qué hacer con sus vidas, que se resignan a la rutina de una insípida existencia sin sentido y que en sus características más primigenias son como los hombres de cualquier tiempo.
