Es muy difícil de poner en palabras, porque el dolor que sientes cuando ves unos ojos como los que ella tenía, no lo entiendes y, a la vez, no lo quieres entender. Es cierto, Pita, que antes ya habíamos conocido niñas bonitas, pero lo que te hacía sentir ella era más fuerte que ningún otro sentimiento, era más fuerte que tener mucho dinero, más fuerte que pelearte con uno de otra escuela y vencerlo. Más fuerte, aún, que la amistad. Más fuerte que el tiempo, un dolor que no se va, un dolor que, cuando conoces, se queda para siempre.