Andrés el Capellán escribió a finales del siglo XII este tratado titulado De amore, que supone una puesta al día del Arte de amar y los Remedios contra el amor de Ovidio, pero que constituye la base de una nueva manera de ver las relaciones amorosas: el amor cortés. Esta percepción se extendió adoptando diversas formas literarias en las grandes cortes feudales, como las que cita Andrés: la de la reina Leonor de Inglaterra, la de la condesa de Champaña, la de la condesa de Flandes, la de la vizcondesa de Ermengarda, las cuales representaron los ámbitos donde mayor desarrollo alcanzó el código del amor cortés. No obstante, este también encontró su asiento en las escuelas catedralicias, en las universidades y en otros círculos cultos, a juzgar por la condena que recibió la obra ya el año 1277 del obispo de París, Étienne Tempier, quien dejó constancia de su lectura y comentario en la Facultad de Artes de París. Por todo ello, esta obra es indispensable para comprender cualquiera de las manifestaciones de la literatura del amor cortés, que en diversas formas, incluso para negarlo, persistió en la literatura europea.