Algo se siente en este libro de esa unidad que da a la obra literaria un trabajo continuado, en el que los recuerdos -más o menos retocados- van llenando sin esfuerzo las páginas. Un amor romántico y puro, en el seno de la casa misma donde el estudiante que vuelve de México ve vivir y morir a sus tías, se proyecta, magnificándose, sobre la reducida perspectiva de una ciudad de provincia. Y parece que el escritor no ha tenido más que ir copiando en bien dispuestos cuadros, con amor y a veces con ironía las imágenes tiernas, apasionadas o dolorosas que, desde los años juveniles, llevaba bien grabadas en su memoria.