Atrapados en la escuela (la antología fundadora) nació hace una década, en una cabina de radio. El lingüista y comunicador, José Luis Morales Baltazar, me entrevistaba a propósito de mi novela Júrame que te casaste virgen, que acababa de salir al mercado mexicano en esos días y que -poco después- se convertiría en una radionovela y en un bestseller. Aquella tarde platicábamos acerca de la importancia de la lectura; de las razones por las cuales se lee poco en México y -entre una pregunta y otra- él sacó a relucir mi profesión de pedagoga. "¿Qué se hace para que a la gente le guste leer"?, me preguntó. "¿Qué pasa con los estudiantes de secundaria y preparatoria"? Pues pasa que los obligan a leer el Mío Cid, respondí. Y aunque yo no tengo nada contra la literatura española clásica, pienso que sería bueno que los entusiasmáramos con cuentos escritos en español de México, y con que las historias estuvieran relacionadas con su realidad: con esa vida cotidiana que ocurre en las aulas, entre exámenes y primeros besos; entre los días de pinta y las temidas expulsiones... Me parece que la lectura debe seducir, como cualquier otro placer, afirmé convencida. Porque una vez que una persona aprende a perderse entre palabras, a imaginar, a sentir lo que viven los protagonistas, amplía su propia existencia...
