La cárcel, hija de la Modernidad, huérfana en la posmodernidad, se encuentra varada entre la ingenuidad resocializadora y la perversidad anulatoria. Su peor enemigo no es el criminal organizado, sino el legislador. La proporcionalidad, entendida como principio democrático y liberal el cual atajar el populismo punitivo, entra criba en la Constitución Mexicana. ¿Qué queda en pie?: La lucha de John Howard, Concepción Arenal, Juan Manuel de Lardizábal y Uribe por anteponer la razón a la barbarie. La sobrepoblación carcelaria, lo mismo que el derecho penal del enemigo, convierten a las bardas perimetrales en una frágil película que amenaza con romperse; y a México, en lo que Michel Foucault denomina "sociedad de encierro". El primer mandamiento de la Granja de George Orwell se volvió profecía: "Todo lo que camina sobre dos pies es un enemigo". Ante este panorama, intentar humanizar la prisión, democratizar la cuestión carcelaria, transparentar la administración de la libertad, cuestionar el control social formal, es no sólo posible, sino debido en cualquier país que se proclame civilizado. Esta obra contribuye, desde los enfoques jurídico y criminológico, a formular las preguntas y ensayar las respuestas.
