Como en el campo de la historia oficial se ha hablado muy poco sobre Carmen Serdán, un personaje tan relevante en la historia de Puebla, y en el de las otras corrientes historiográficas todo está por hacerse, Martha Porras y María Alejandra Domínguez eligieron con acierto el vasto horizonte de la ficción literaria para proponer «una aportación a un mundo que falta». De esta intención ha resultado una novela que nos ofrece muchas tramas a la vez, y nos introduce a través de una narración felizmente sencilla y hasta en tono familiar a la vida cotidiana de esta enigmática mujer, vista en múltiples facetas, como la hija primogénita que se hizo cargo de su familia y del sostenimiento de su casa, la hermana comprometida con las ideas políticas de su tiempo, la amiga solidaria a la que se le recordaba por su afición a los libros de historia y civismo, la nieta orgullosa de su legado liberal, la tía que contribuyó a la crianza de sus sobrinos, entre otras vertientes de su apasionante personalidad. Es de reconocerse la buena cosecha que en su objetivo de novelar a la revolucionaria heroína han logrado las autoras, que tal vez sin proponérselo la han liberado también del olvido partidista y de la pose escultórica, para impulsar su resurrección por obra y gracia de las mágicas dimensiones de las letras, haciéndola acompañar para el efecto de otras dos entidades, la ciudad de Puebla al despuntar el siglo pasado y la vorágine de la lucha armada de 1910, etapa clave en la formación y crisis del México actual.
