La física es una de las disciplinas científicas más interesantes, pero también más escurridizas; ¿quién iba a decirnos que explicar física a un perro iba a hacerla tan clara como divertida? Cuando el profesor Chad Orzel fue a la perrera a adoptar a un perro, nunca imaginó que encontraría a Emmy. Además de ser una perrita simpática que necesitaba un hogar, descubrió que era muy parlanchina y que tenía mucha curiosidad por saber cómo se ganaba la vida su nuevo dueño y cómo podía sacarle partido. Al poco tiempo, Emmy intentó aplicar las extrañas ideas de la mecánica cuántica a lo que de verdad importa en la vida: perseguir bichos, conseguir golosinas y dar paseos. Sorprendió a Chad con todo tipo de preguntas: ¿Podía usar el efecto túnel para cruzar la valla del vecino y perseguir conejos? ¿Y teletransportarse para cazar ardillas antes de que treparan a algún sitio fuera de su alcance? ¿Dónde están todos los universos en los que a Chad se le cae carne al suelo?