Los niños, sobre estimulados, son incapaces de mantener la atención. A los adultos, ocupados en múltiples tareas, les cuesta centrarse en una sola cosa. Problemas de aprendizaje, TDAH, accidentes de tráfico y laborales, trastornos del sueño, baja tolerancia a la frustración...; detrás de todos estos síntomas se encuentra la falta de atención.