Cuando en 1952 un joven abogado llegó a la comisaría de San Cristóbal, en Río de Janeiro, jamás pensó que los casos que le tocaría vivir los plasmaría en un libro. Ese joven era Rubem Fonseca (Minas Gerais, 1925), que supo aprovechar los cursos extras que daban en la Academia de Policía y transformar su panorama.