A lo largo de la vida, las emociones juegan un papel fundamental en nuestro equilibrio personal y en la regulación del comportamiento. Nos informan sobre nuestro estado y sobre lo que necesitamos para estar bien. Condicionan nuestras relaciones con los demás. Las emociones nos exponen a todos a una experiencia compleja e invasiva, a menudo difícil de aprehender, incluso siendo ya adultos.
Sin embargo, el niño necesita del apoyo de un adulto para comprenderlas y para aprender a reaccionar de manera apropiada. Enseñar al niño a reconocer sus emociones es invitarlo a escuchar su propio cuerpo para ayudarle a gestionar mejor sus recursos emocionales y relacionales.