“Era un tren de noche cuando partimos, dejando atrás los temores sobre verdes colinas rosas…” así comienza este viaje lleno de misterio por paisajes naturales, paisajes literarios y paisajes imaginarios. Varios animales habitan estas páginas, siempre retratados en alguna actividad individual: insectos, habitantes del mar, un ratón, un puerco espín…, ¡y también dragones que escupen fuego! A veces son observados por los niños, porque no hay que olvidar que este es un viaje de niños, un relato de viaje que va y viene como un espiral, del lago a la nieve o a la selva, en tren, sí, pero también en auto y en avión. Es una aventura incesante, fiel al deseo literario de la poeta cuando afirma que desea “hacer de la vida un bello relato, una bella ficción”.
