Cuando pase el entusiasmo de la transición democrática y cuando pase también el desencanto, que vendrá después, será indispensable leer de nuevo a Rafael Segovia, leer precisamente estos textos, para saber qué pasó, para entender la trama menuda de miserias, ambiciones y torpezas con que se hizo la historia de estos años. Porque es lo primero que se encuentra leyéndolos: el relato de una transición de paso titubeante e incierto, un proceso lleno de equívocos y malentendidos, una comedia de enredo extrañamente triste y desangelada