Ismaelillo representa un canto lírico de vivos y fecundos sentimientos enmarcados en la vida cotidiana de un padre amoroso que contempla a su hijo, se regodea en su mundo infantil y le da consejos para que huya del dominio corruptor de lo material, pues se preocupa por su formación como hombre honrado y justo, como digno heredero de la humanidad. Por medio de vivas imágenes tomadas de la naturaleza, expresa allí Martí lo íntimo de sus emociones, su intensión de dotar a la poesía de contenido más allá de entenderla como un simple juego estético. En estos versos palpita la habilidad artística del poeta cubano para convertir en poesía situaciones y retratos de la vida familiar, y para encerrar emociones e ideas poéticas y filosóficamente valiosas en el estrecho molde de versos brevísimos impregnados de levedad delicada, de sabiduría de padre, de imaginería fantástica, de cegadora transparencia.
