El jurado popular, compuesto por juzgadores no profesionales, legos, gente del pueblo, según las pruebas presentadas, emite veredicto, con base en el cual el Juez de Derecho dicta sentencia. Existe en muchos países avanzados como Inglaterra, Estados unidos, etc. En México se implanto desde 1820 para los delitos de imprenta. Después, en 1869, Benito Juárez lo estableció también para delitos comunes y oficiales. El 15 de diciembre de 1929 el jurado popular rindió su espíritu en el seno de la historia de los sistemas judiciales del país. El gran tribuno José María Lozano en el jurado de María Teresa de Landa, miss México, hizo una despedida personal y emotiva a este sistema judicial. En el libro de Federico Sodi se narran de forma novelada pero muy apegada a la realidad, nueve de los casos en que intervino como defensor o acusador. Son páginas de la historia mexicana, atrayentes y subyugantes. Todo abogado o estudiante de la carrera debe conocerlas, para no solo admirar este sistema judicial presentado en películas y obras de teatro extranjeras, cuando también fue practicado en México. El autor dice al final del libro que: “Acabar con el jurado popular se considero una medida prudente del gobierno; pero matar la tribuna forense fue un crimen contra las juventudes de juristas”. Su estilo es tan fácil, sin tecnicismos, del lenguaje llano y tan humano, que el lector se apasiona y devora el libro.
