El presente libro de Elisa Velázquez, Lilith, nombre prohibido la llevó a buscar en ese lado oscuro de las relaciones humanas, encontrando, de acuerdo con su propia hipótesis, el por qué esconde, a su vez, un planteamiento de dominio que pasa por lo sexual, el hombre sobre la mujer, el arriba y el abajo: El dominante, ella sumisa, dispuesta a aceptar el rol asignado por una voluntad divina, pero representando no sólo al conjunto de todas las mujeres sino, también, a los hombres del inframundo que son objeto de dominación, objeto del poder. ¿Para qué esa división entre lo supra y 10 infra? En el juego de espejos, la imagen de Lilith no se percibe, no se refleja, pero esto sólo prueba su internalización en el inconsciente. Sólo podemos ver el reflejo de Lilith cuando la moral convencional juzga a los otros y las otras y nos separa a nosotros, a mí, al Yo de lo que se denomina la molicie y el sensualismo. Pero ese reflejo que vemos en los otros no es sino el espejo de nosotros mismos...