El avance de la ciencia y la técnica ha rezagado al derecho como tal, se mantiene con expresiones excesivamente formalistas, complejas; esto ocasiona que la denegación de justicia sea debido a la tardanza. Por tanto, es necesario impulsar medios alternativos de administración de justicia y que se apliquen en todos los sistemas jurídicos en donde deban resolverse problemas de aplicación de la ley.
El autor considera importante que en vez de la ley se apliquen y se utilicen los principios jurídicos en las tramitaciones y resoluciones de conflictos o trámites procesales. Que disminuya la expedición de leyes y que sea imperativo y esencial sólo el orden constitucional.
Propone, además, que se apliquen los principios en que se sustentan los derechos humanos, en su real dimensión, y que impere para ello el razonamiento del juzgador, que se conozca en las sentencias lo que opina y decide el juez, no sólo el criterio Suprema Corte a través de la jurisprudencia. Se debe concluir en los fallos: "El juez dice...", no "La Corte ha dicho..."