Pequeño cofre de sorpresas, canto literario de horizontes encabalgados o fábulas de lo real sorpresivo, José Antonio Lugo —ese autor/lector que, en sus frecuentaciones literarias, ha sido tantos y tantas— despliega en Silenciar el miedo una forma cuya brevedad deslumbra. Pone en curso un método operativo que hace de estas prosas en primera persona experiencias orgánicas: una entrega estética sin condiciones como parte necesaria de la victoria sobre el temor; amor incondicional, generoso y festivo por la grandeza de la escritura, por los inagotables modos del ser y sus incontables formas expresivas.