La dignidad de un pueblo no puede medirse sino por la capacidad que el mismo tenga para conocer, aceptar y enfrentarse a la verdad de su historia. Por eso es que las dictaduras lo primero que intentan es apropiarse de la historia para convertir los momentos más luminosos del pasado en antecedentes, origen o soporte del ejercicio de ese gobierno, así sean el más recalcitrante enemigo de los valores históricos que invocan para justificarse. De aquí que la contribución más importante de don Alfonso Taracena a la vida de México, haya sido la de revelar la verdad histórica para que nadie pueda deformarla y apropiarse de ella y, por lo mismo, se mantenga incólume la dignidad de una Nación cuyo transcurrir en el tiempo no puede ser propiedad de nadie, porque deja de ser propiedad de todos como único e insustituible signo de nuestro ser nacional. Don Alfonso aporta la gran posibilidad de que no quede crimen histórico Impune. En su incansable afán por la verdad Taracena escritor, periodista, historiador, no ha dejado pasar ocasión para polemizar públicamente con quienes, con el propósito de acallar sus conciencias quisieran ver en Madero y en Vasconcelos, sólo Quijotes prendidos del ideal, sin vinculación cierta y efectiva en las aspiraciones y demandas de un pueblo que, pese a todo, no ha perdido la dignidad. José Vasconcelos llamó en 1929 a don Alfonso Taracena, el general Taracena, jefe de ochenta mil hombres " ¿De ochenta mil hombres armados "?. Irrumpió Taracena. " Sí, concluyo Vasconcelos armados de pensamientos ".
