El trabajo de Marianne Frostig es considerado un clásico tanto en el ámbito de la educación escolar, como en el tratamiento de problemas de aprendizaje. Si bien fue publicado originalmente en la década de 1970, su contenido permanece vigente y puede ser incorporado dentro de los programas educativos actuales. Lo anterior se debe a que este método tiene un sólido fundamento teórico avalado por el trabajo clínico desarrollado a lo largo de varias décadas en el Centro de Marianne Frostig de Terapia Educativa. El método consiste en una serie de ejercicios cuyo objetivo básico es entrenar las cinco habilidades correspondientes a la percepción visual: coordinación viso-motora, figura-fondo, constancia perceptual, posición en el espacio y relaciones espaciales. Fue diseñado originalmente para estimular el correcto desarrollo de las habilidades nombradas en un plan integrado, dentro del aula. Adicionalmente a este objetivo preventivo, el programa es de gran utilidad como apoyo en los casos en que se observan rezagos en el desarrollo que repercuten en el aprovechamiento escolar. En ambos escenarios, es recomendable, además de realizar las instrucciones correspondientes a cada actividad, llevar a cabo las actividades complementarias, con el fin de obtener el mayor provecho del material. De esta forma se propicia el desarrollo integral del niño y los objetivos del programa se extienden a otras áreas del aprendizaje, tales como: formación de conceptos, lenguaje, atención, aritmética y seguimiento de instrucciones. Una ventaja adicional del método es que su contenido puede individualizarse, en función del desempeño de cada niño.
