A sus 16 años, Enrique piensa que la felicidad sólo consiste en no sufrir; en casa, vive con un padre golpeador y una madre deprimida; en la escuela, suele ser retraído, inseguro y solitario. Parece cercano a un círculo de amigos poco recomendables que inexplicablemente simpatizan con él. Dos sucesos trágicos le abrirán los ojos para siempre. Quizá su bien intencionada maestra de filosofía y otros chicos, además de su propia inteligencia y sabiduría, puedan mostrarle que en la vida hay más posibilidades que el fracaso. Esta cruda historia nos inspira a vencer las circunstancias más adversas y a escuchar nuestra voz interior, esa que nos dice que más allá del panorama oscuro hay un camino que puede llevarnos lejos de la tristeza y la decepción, que siempre podemos darle un giro al destino incluso si éste parece estar en nuestra contra.